lunes, 14 de marzo de 2011

LA DOCTRINA MERCANTILISTA

LA DOCTRINA MERCANTILISTA

El punto central de la doctrina mercantilista fue la consideración del oro y la plata como la única materialización de la riqueza. Al menos al principio, ni las tierras, ni los ganados, ni los productos de la tierra, ni los bienes artesanales, ni tan siquiera otros bienes minerales obtenidos también de la tierra como el hierro o el cobre fueron objeto de estudio de los mercantilistas. Hacia el final de la era mercantil los distintos autores empezaron a ampliar la exigua lista de bienes que integran la riqueza. Tampoco entraron dentro de la consideración de los autores mercantilistas ni la producción (excepto la del oro y la plata) ni la distribución de lo producido entre los distintos estamentos sociales.

El mercantilismo nació hacia fines del XV al calor de tres acontecimientos históricos fundamentales que se habían desarrollado en los siglos anteriores:
• el crecimiento del comercio desde fines del siglo XI en el norte de Italia y la provisión de especias del sudeste asiático a través del mundo árabe y persa. Posteriormente se empezaron a celebrar esos grandes acontecimientos comerciales que eran las ferias. La creación de la letra de cambio, del aval, del fideicomiso, de los primeros bancos comerciales, etc., coadyuvaron en ese proceso.
• la circunnavegación de África por los portugueses para evitar la ruta arabopérsica. En 1498 Vasco da Gama llegó a la India tras rodear África.
• El mal llamado "descubrimiento" de América por Cristóbal Colón, que a los pocos decenios del mismo, empezaba a inundar Europa con metales preciosos.
• Los avances en la construcción de naves (galeras, galeones, carabelas) permitió alejarse cada vez más de Europa. Hasta entonces los navíos, que eran de pequeño tamaño, solo permitían navegar cerca de la costa, es decir, cruzar el Mediterráneo y navegar por las aguas del Océano Atlántico que bañan las costas europeas, y por los mares interiores del Norte y Báltico.
Obviamente el más influyente de estos tres episodios fue el último, ya que la riada de metales preciosos fue la que hizo observar la importancia de los mismos y la influencia de su cantidad sobre los precios.

Paralelamente a ese desarrollo del comercio, empieza el ascenso de la clase de los comerciantes, quienes van adquiriendo más influencia sobre los soberanos. Este proceso va íntimamente unido al incremento de las deudas de los Estados contraídas con una clase especial de comerciantes, los comerciantes del dinero, llamada banqueros. Los países desarrollan un afán de guerras, mutando las alianzas de un año para otro como si de una edición antigua de 1984 de George Orwell se tratara. Desaparecidos los portugueses del mapa de las grandes potencias europeas, (los pobres portugueses se dedicaban únicamente a comerciar mientras las demás potencias enviaban a sus mejores hombres a morir como soldados) y con una Alemania dividida en numerosos principados y ducados independientes, los tres grandes países militares de la época (España, Francia e Inglaterra) se disputan el dominio de los mares y los océanos (de la mar océana como se decía entonces). El centro del mundo occidental pasa del Mediterráneo al Atlántico.

Durante la mayor parte del siglo XVI la mayor parte de las mercancías transportadas del nuevo continente al viejo fueron metales preciosos, en una proporción que oscilaba entre el 80 y el 97%. Esta inmensa afluencia de metales, excepto un pequeño porcentaje para uso privado, era obligatoriamente acuñado y enviado al centro de Europa para pagar las numerosas guerras de Felipe II y las mercancías que España importaba. Los pertrechos y alimentos de los soldados españoles en Europa eran suministrados por los naturales del país, por lo que ni siquiera creaban demanda en España, ya que el país solo hacía de puente para la plata y el oro americanos. Durante aquellos años la guerra era la principal ocupación de los gobernantes españoles, y los gastos militares ocupaban la mayor parte de los gastos de España (alrededor de las dos terceras partes). Se podría decir que los reyes de la época solo estaban interesados en la expansión territorial y las guerras, que para financiar esta política bélica necesitaban mucho oro y plata y que, el mercantilismo era la (permítaseme la expresión) ideología económica que justificaba dicha política.

El resultado de este aumento de la acuñación de metales preciosos fue el incremento de los precios. En el siglo XVI, la Escuela de Salamanca y principalmente, Martín de Azpilicueta (1493 - 1586), Luis de Alcalá y Luis de Molina (1535 - 1600) descubrieron esta relación. Interesado por el efecto de los metales preciosos que llegaban de América, Martín de Azpilcueta constató el hecho de que en los países en los que éstos eran escasos los precios de los bienes son inferiores a los países con abundancia de estos metales. El metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más abundante sea. Desarrolló así una teoría del valor-escasez precursora de la teoría cuantitativa del dinero, adelantándose en más de una década a Jean Bodin. Pero esa es otra historia que relataremos posteriormente cuando lleguemos a la Escuela de Salamanca. Lo único que importa aquí es mencionar que se produjo esa relación positiva entre emisión monetaria y nivel de precios. Y señalar, para advertencia del lector apresurado, que nada tiene que ver con Nicolás de Oresme, la ley de Gresham y el envilecimiento de la moneda. Aquí el aumento de los precios no está causado por el envilecimiento de la moneda. sino por la abundancia de dinero. Es lo que se llamó la Revolución de los Precios, un fenómeno que no se había registrado hasta entonces, pues la producción de oro y plata siempre estuvo limitada en el Mediterráneo, en Europa y Asia. En el siglo XVI los precios se quintuplicaron, y en Inglaterra un 250% desde mediados del siglo XV a fines del XVI. Esta inflación se consideraba baja comparada con la de la segunda mitad del siglo XX, donde los precios en algunos países escalaron 200 a 1 en 50 años comparado con el 5 a 1 del siglo XVI en Andalucía. Se menciona que el aumento promedio de los precios fue del 1,2% anual. Así pues, hoy se consideraría un período de estabilidad de precios. Por ello, esta inflación baja, pero inflación al fin y al cabo, animó la economía de los países que la experimentaron. Sin embargo, en España, donde la inflación fue mayor que en el resto de Europa, provocó una perdida de competitividad por la diferencia de precios. Se estima que esa pérdida de competitividad habría arruinado la producción lanera de Castilla, frente a otros productores de fuera de la península ibérica que podía producir a menor precio.

El mercantilismo supuso olvidarse de una ver por todas de los prejuicios sobre el comercio y los préstamos a interés que, desde Aristóteles hasta Santo Tomás de Aquino pasando por la patrística se había mantenido durante 19 siglos. Los comerciantes eran más acomodaticios en temas de conciencia, y la irrupción del luteranismo, del calvinismo y el puritanismo acabaron de rematarlos.

Durante aquellos siglos no se pagaban salarios propiamente dichos. Por ejemplo, si se importaba seda de oriente, para hacer los vestidos se entregaba la materia prima a una familia o varias de agricultores y se acordaba un precio por el conjunto del trabajo a realizar. Esta modalidad se llamaba trabajo a domicilio y perduró durante varios siglos. Incluso convivió durante varias décadas con el capitalismo. En realidad no desapareció nunca. Durante décadas la industria juguetera y del calzado de Alicante (España) mandaba las piezas a domicilios para ser montadas o elaboradas. Precisamente eran mandadas las elaboraciones que precisaban de más mano de obra. Y todo en la economía en negro, sin factura ni IVA. Volviendo a la historia, el trabajo a domicilio era realizado no bajo la disciplina industrial de un capataz o, en su caso, el dueño de la fábrica, sino al libre albedrío de la familia. Como muchas veces estos trabajos eran realizados por familias campesinas en las épocas del año de menor actividad agrícola, como por ejemplo el invierno, y los ingresos eran considerados como accesorios. a la actividad principal, la producción era interrumpida varias veces al año. Por ese motivo no había nacido aún el trabajo asalariado (no nacería hasta la Revolución Industrial) y el tema de la determinación del sueldo (distribución de los ingresos nacionales entre las distintas clases sociales) no era tratado por los mercantilistas. No llegaría hasta más tarde, en el siglo XVIII.

El mercantilismo se basó en una creencia bastante estúpida por cierto, la identificación de la riqueza con el oro y la plata. Los metales preciosos constituía la riqueza y la riqueza eran los metales preciosos. Más que una igualdad, para los mercantilistas era una identidad. Después esta afirmación se matizaría con los últimos autores mercantilistas. Sobre ese única y pobre (además de falsa) identidad se fundamentó todo un plan de acción de los teóricos mercantilistas que se limitaban a justificar la acción del Estado. Esta acción estaba dirigida a:
1. Conseguir oro y plata por el medio más obvio: buscarlo bajo tierra y extraerlo a la superficie.
2. Si no era posible aplicar el método anterior (en realidad solo España podía hacerlo), las naciones que carecían de minas de oro y plata tenían que favorecer las exportaciones y dificultar las importaciones, o sea, obtener superávit comercial. Esto obligaba a adoptar un proteccionismo económico basado en aranceles a las importaciones y promoción de las exportaciones.
3. Frente al liberalismo económico posterior de fines del XVIII y el XIX que consideraba la riqueza como un bien precioso para el individuo (para el que la conseguía, claro está), el mercantilismo consideraba la riqueza como un instrumento del estado para conseguir otros fines, especialmente la expansión territorial mediante guerras y conquistas.
4. A los autores mercantilistas ni se les pasaba por la cabeza considerar la libre competencia. Claramente su opción era el monopolio concedido por decisión estatal.

El mercantilismo no tenía una cabeza visible como Aristóteles y Santo Tomás de Aquino lo fueron en sus respectivos tiempos., o como lo serían Adam Smith, David Ricardo, Marx o Keynes posteriormente. La dispersión de autores y la producción bibliográfica fue enorme en comparación con los siglos anteriores. El invento de la imprenta de Johannes Gutenberg llevó a que los mercantilistas publicaran muchos libros, la inmensa mayoría de pocas páginas más con la idea de la difusión de las ideas de los autores más destacados que de una verdadera investigación.

"El mercantilismo era cualquier cosa menos un 'sistema'; fue fundamentalmente el producto mental de los estadistas, los funcionarios públicos y los líderes financieros y comerciales de la época" [Alexander Gray, The development of economic doctrine, Londres, Longmans Green, 1948, pág. 74, citado en John Kenneth Galbraith, Economics in Perspective. A Critical History, cuyo título fue estúpidamente traducido al español como Historia de la economía, pág. 43]. Así pues, la ideología mercantilista estuvo muy pegada al poder real.

El "sistema mercantilista", tal como lo llamó Adam Smith, no fue uniforme, no fue una escuela de pensamiento económico propiamente dicha, carecía de unidad, y además fue evolucionando y de alguna manera "desnaturalizándose" al aceptar la ruptura parcial o total de algunos de sus principios. El mercantilismo "primitivo" (arcaico como dice Wikipedia) o bullonismo (también conocido como "metalismo") fue el que prácticamente identificaba riqueza con metales preciosos. En un principio nació en España, donde se intentaba reglamentar y dificultar las exportaciones de metales preciosos americanos para evitar su salida del país. Con ello se produjo la llamada Revolución de los Precios. El bullionismo español se denominó arbritismo. Este bullionismo (del inglés bullion, que significa lingote) tiene, en realidad, una razón de ser. El primer estado bullionista sería España, quién necesitaba ingentes cantidades de oro y plata para pagar los ejércitos, tanto su mantenimiento y la compra de pertrechos como a sus soldados, que eran todos mercenarios. España no solo mantenía la conquista de gran parte del continente americano, sino que además dominaba sobre gran parte de Europa occidental. Felipe II reinaba sobre la mitad sur de la bota italiana, los países bajos y burgundia.

Pero poco a poco se fueron viendo las dificultades de una ideología tan estrecha y limitada. Las naciones que no tenían minas de oro o plata conseguían los metales preciosos mediante el comercio internacional.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) incluye dos definiciones para la palabra mercantilismo:

1. Espíritu mercantil aplicado a las cosas que no deben ser objeto de comercio;
2. Sistema económico que atiende en primer término al desarrollo del comercio, principalmente al de exportación, y considera la posesión de metales preciosos como signo característico de riqueza.

En esta sencilla explicación (me refiero a la segunda acepción) ya están indicadas dos de las características principales del mercantilismo: el mercantilismo busca la promoción del comercio de exportación e identifica riqueza con metales preciosos.

El mercantilismo surgió en el siglo XVI y duró hasta mediados del XVIII, unos doscientos años y pico, aunque en Alemania y el este de Europa no llegó a existir, ya que esos países pasaron directamente de un feudalismo tardío y monetarizado (las Rentas de la tierra se pagaba en dinero y no en especie) y, por lo tanto, también mercantilizado, a la industrialización (especialmente Alemania). Fue a la vez un movimiento teórico y práctico, es decir, al mismo tiempo que se desarrollaba el "sistema mercantil" tal como lo llamó Adam Smith, se desarrolló su razonamiento. En esto y en su duración fue algo único. El liberalismo económico de Adam Smith y David Ricardo llamado Escuela Clásica, abogaban por la abolición (o al menos la reforma) de leyes como la de granos y la de pobres. Pasaron bastantes años hasta que lo consiguieron. De hecho Smith ya había muerto. En el mercantilismo no ocurrió algo parecido. Las prácticas mercantilistas nacieron en los despachos del poder de España, Francia e Inglaterra al mismo tiempo que los libros que propugnaban estas prácticas eran enviados a la imprenta.

El mercantilismo nació con la aparición de los estados nacionales. En España, el rey "mercantilista" por antonomasia fue Felipe II. Mientras su padre Carlos Primero de España y Quinto de Alemania, tal como nos enseñaron en el instituto (en realidad fue el emperador Carlos V del Sacro Imperio Románico Germánico) fue y gobernó como emperador, Felipe II gobernó su propio imperio (el español) como un rey nacional, y convirtió a España, y principalmente a Castilla en el centro del imperio. Su administración estuvo localizada en Madrid. Felipe II no visitó apenas sus territorios de fuera de la península y los administró a través de oficiales y virreyes quizá porque temía caer en el error de su padre, Carlos I, ausente de España durante los años de las rebeliones comuneras; quizá porque, a diferencia de su padre (que aprendió muy mayor el castellano) Felipe II se sentía profundamente español. Convirtió España en el primer reino moderno, realizó reformas hidráulicas (presa del Monnegre) y una reforma de la red de caminos, con posadas, con una administración (y una burocracia) desconocida hasta entonces, los administrativos de Felipe II solían tener estudios universitarios, principalmente de las universidades de Alcalá y Salamanca, la nobleza también ocupaba puestos, aunque en menor cantidad. Desarrolló mucho los ejércitos: creó la primera infantería de marina del mundo, la Armada Invencible, los tercios, creó muchas armas y tuvo los mejores generales; gastó enormes cantidades de dinero para crear y extender una red de espionaje, la mejor de su época, aplicando la tinta invisible y la escritura microscópica; Felipe II se comunicaba casi diariamente con sus embajadores, virreyes y oficiales repartidos por el imperio mediante un sistema de mensajeros que tardaba menos de tres días en llegar a cualquier parte de la península o unos ocho días en llegar a los Países Bajos; en 1567 reunió los documentos del estado de Aragón, Castilla e Italia en el castillo de Simancas, creando uno de los mayores archivos nacionales de su tiempo; Felipe II gustaba de contar con la opinión de un grupo selecto de consejeros; Felipe II desarrolló el gobierno mediante Consejos instaurado por su padre, y seguía siendo la columna vertebral de su manera de dirigir el estado. Aquí vemos ya una estructura estatal.

En cuanto a la situación económica, Felipe II fue el rey de su época que contó con más ingresos. Heredó de su padre una deuda de 20 millones de ducados, pero dejó a su sucesor 100 millones de deuda. Declaró tres bancarrotas y renegoció y reestructuró la deuda con sus acreedores convirtiendo la deuda a corto a largo plazo, emitiendo juros, como se llamaba entonces a los bonos. Pero la causa de esta deuda no fue los escasos fondos, ya que aumentó los impuestos existentes y creó varios impuestos nuevos. Esto no fue suficiente. Las aventuras militares de rey español llevó al Estado a la ruina. En los últimos años de su reinado aumentó tanto los impuestos que arruinó a las ciudades y al campo.

Lo más importante aquí es, además de los avatares de la política diaria, ver unas pocas pautas que se repetirán en los demás estados nacionales:

1. aumento del poder real y paralela disminución de poder nobiliario. Solo compartió el poder con las varias Asambleas, como las Cortes de Aragón o de Castilla, a las que solo convocaba para pedir dinero;
2. creó toda una infraestructura estatal con diversos fines políticos;
3. intervino o desató muchas guerras;
4. no tuvo problemas para endeudarse, a pesar de la posición de la Iglesia sobre la usura;
5. a pesar de denominarse el "rey católico", restó poder a la Iglesia y
6. durante su mandato, entró gran cantidad de oro y plata procedente del Nuevo Mundo, lo que daría lugar a la aparición del mercantilismo español.

Wikipedia en español dice sobre el mercantilismo que se caracterizó por una fuerte injerencia del Estado en la economía, y remite a un enlace sobre el intervencionismo estatal, pero el enlace no aclara mucho. Hasta el siglo XVI prácticamente no había estado. Habían leyes y gentes que las hacían aplicar (jueces). A finales del siglo XV y principios del XVI nacen algunos de los Estados europeos. Anteriormente, la nobleza terrateniente tenía la mala costumbre de, cuando les venía en gana, desafiar y guerrear contra su rey. De ahí viene la famosa y triste lista de los reyes godos, ya que el lucir una corona era una invitación a ser degollado por un hermano, primo, un hijo o un noble cualquiera. Así por ejemplo, en el reino arriano de Tolosa, en el año 415 hubieron tres reyes: Ataúlfo (410 - 415), que fue asesinado; Sigerico (415), quién gobernó solo durante 7 días, pero le alcanzó el tiempo para mandar matar a los seis hijos de su antecesor y atacó sin piedad a Gala Placidia, viuda de Ataúlfo, y que fue asesinado por los partidarios de Ataúlfo; y Walla (415 - 418), que según parece murió de muerte natural. Comparemos esto con Felipe II, que fue rey de España desde 1556 hasta su muerte (natural) en 1598, es decir, 42 años.

Se podría decir que este ejemplo está muy pillado por los pelos, porque los pueblos germánicos tenían por costumbre elegir a sus reyes democráticamente de entre ellos y que el rey no era más que un primus inter pares, un primero entre iguales. También se podía argumentar que entonces era el imperio romano y no la época medieval. Pues pongamos otro ejemplo: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid campeador, que pese a no ser ni noble con título (solo era caballero, es decir, de alta cuna, hijo de un infanzón), desafió y traicionó dos veces a su rey, Alfonso VI y fue desterrado la segunda vez. Tras conquistar diversas plazas del Levante español, conquistó Valencia el 17 de junio de 1094.

Un rey muy anterior a Felipe II de España que reforzó el poder real fue Felipe IV de Francia, llamado el Justo (1268 - 1314). Reforzó el poder de la monarquía a cualquier coste, creó una burocracia profesional de juristas, expulso a los judíos de sus territorios, envileció la moneda, movió el Papado desde Roma hasta Avignone y nombró papa a Raymond Bretrand de Got a la sazón arzobispo de Bourdeaux como Clemente V. Con la colaboración del Papa títere, arrestó a los caballeros templarios reunidos en París por el pontífice mediante un engaño y los liquidó a todos, mediante acusaciones de herejías, apostasía, idolatría, de escupir en la cruz, homosexualidad, rituales obscenos, corrupción, secretismo y fraude. Los que sobrevivieron a las matanzas fueron torturados y muchos confesaron sus "pecados". Con ello se apropió de todos los bienes de los Templarios. Acuciado por sus enormes gastos militares, impuso impuestos a la feria de Champagne. Peleó con el rey inglés Eduard I y le arrebató Normandía.

Pero lo más innovador de Felipe IV el Justo es que inauguró el sistema de tributación regular en Francia. Antes de él, no hubieron impuestos regulares. ni en Francia ni en ningún lugar del mundo. En la época medieval los impuestos estaban constreñidos por la institución de la propiedad privada. Antes de él, los ingresos reales provenían de las rentas de sus propiedades, derechos reales y peajes, que eran tasas y no impuestos. En el caso de necesidades financieras improvistas, generalmente por guerras, el rey podía, además de requerir ayuda en armas invocando el derecho real de ayuda feudal, pedir subvenciones a sus vasallos. Pero esa ayuda financiera se pedía, más que exigirla. Pero ay del noble que se la negara; si su rey resultaba vencedor, seguro que la venganza sería dura. Pero al instaurar impuestos regulares recaudados por funcionarios públicos llamados recaudadores, Felipe IV de Francia se saltó el poder de los nobles en sus feudos y obtuvo sus ingresos extrayéndolos directamente de los campesinos y artesanos. Como en aquella época los campesinos aún estaban en una economía no monetizada e intercambiaban sus bienes sin usar el dinero, la exacción de impuestos monetarios supuso una doble carga sobre los campesinos, pues se veían obligados a vender una parte de sus cosechas a comerciantes. Se establecieron impuestos sobre todas las transacciones, pero especialmente sobre las bebidas (cerveza y vino), sobre la sal y la lana inglesa. Los nuevos impuestos, que nacieron como provisionales, se convirtieron en permanentes.

Así pues, frente a la dispersión del poder en los siglos anteriores, la época mercantilista se caracterizó por una concentración del poder en manos reales. Pero también por la intervención del naciente estado en la economía. De este modo y muy lentamente se pasa de la época medieval, dispersa y centrada en lo local, a la monarquía absoluta y centralizada. La aparición del mercantilismo estuvo muy vinculada al nuevo tipo de poder real, centralizado y autocrático, que necesitaba cada vez más de una creciente masa de funcionarios y de consejeros reales, que de alguna manera son el caldo de cultivo del mercantilismo.

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