lunes, 4 de abril de 2011

LA TECNOLOGIA EN LA HISTORIA

LA TECNOLOGÍA EN LA HISTORIA




“La técnica es tan antigua como el hombre, –Ortega y Gasset decía en un curso desarrollado en el año 1933 en la Universidad de verano de Santander–; el hombre empieza cuando empieza la técnica” : “sin la técnica el hombre no existiría ni habría existido nunca”; “la técnica es hoy una de las máximas dimensiones de nuestra vida, uno de los mayores ingredientes que integran nuestro destino. Hoy el hombre no vive ya en la naturaleza sino que está alojado en la sobrenaturaleza que ha creado en un nuevo día del Génesis: la técnica”; “La técnica es lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al sujeto”; “La técnica es la reforma de la naturaleza”; “Un hombre sin técnica, sin reacción contra el medio no es un hombre”; Para el hombre, “vida significa no simple estar, sino bienestar (...) El bienestar y no el estar es la necesidad fundamental, la necesidad de las necesidades”; “Hombre, técnica y bienestar son, en última instancia, sinónimos”; “El afán de ahorrar esfuerzos es lo que inspira a la técnica.”

El hombre desde sus orígenes buscó transformar el medio que le rodeaba en función de sus necesidades y expectativas en vez de adaptarse resignadamente al mismo. A lo largo de los siglos, por medio de la técnica y de la tecnología, fue ampliando sus posibilidades y su campo de acción. Las herramientas le permitieron aumentar la eficacia de sus manos y de sus brazos; los medios de transporte le dieron mayor libertad de locomoción, las piernas dejaron de ser su único medio de desplazamiento; los anteojos, el telescopio y el microscopio le posibilitaron ampliar su campo de visión; los sistemas de amplificación mejoraron sus posibilidades de audición; y actualmente las computadoras facilitan su trabajo intelectual. Todo esto le permitió ir transformando progresivamente el mundo que lo rodea, podemos decir que construyó su mundo material, pues el mundo artificial en el que hoy vivimos con todas sus ventajas y todos sus problemas es una construcción básicamente humana, producto de la técnica y de la tecnología.

La técnica se remonta a los orígenes mismos del hombre, podemos decir que es tan antigua como el hombre, la presencia del instrumental paleolítico en los tiempos prehistóricos señala la aparición del hombre y simultáneamente de la técnica. La gran importancia que ésta ha tenido en la prehistoria de la humanidad se pone de manifiesto en el hecho que épocas enteras tales como la Edad de la piedra pulida, la Edad de la piedra tallada, la Edad del bronce y la Edad del hierro se las designa de acuerdo a los materiales y procedimientos técnicos en ellas utilizados.

Es imposible concebir el desarrollo y la evolución del hombre sin el auxilio de la técnica, es un ser demasiado débil y desprotegido frente a las fieras o a las inclemencias de la naturaleza; imaginémoslo defendiéndose solamente con las manos y los dientes, o en un medio ambiente natural sin los elementos de protección y de confort de que dispone actualmente. Si ha podido progresar es debido a que por medio de la técnica ha logrado munirse de las herramientas que le han permitido defenderse y cambiar su hábitat.

Las herramientas señalan el nacimiento del hombre, quien se diferencia de su inmediato predecesor el protohombre, cuando comienza a fabricar y usar herramientas (y otros objetos, producto de la técnica), por ejemplo el hacha de piedra, el punzón de hueso o el arco (la primera máquina que almacena energía para entregarla en el momento del disparo).

Lo que caracteriza al homo faber es el uso de herramientas, que prolongan y arman su mano. Las herramientas le han posibilitado en unos casos defenderse y en otros actuar sobre el mundo que lo rodea y modificarlo; desde el punto de vista psicológico es muy importante pues consolidan la confianza del hombre en sí mismo, al permitirle ir independizándose de las circunstancias externas.

Con el correr del tiempo el hombre comienza a cultivar la tierra y a domesticar los animales, descubre la alfarería y más tarde la metalurgia. En su afán de ahorrar esfuerzos introduce el uso de los animales de carga y de la tracción animal, así como de la palanca; luego inventa la rueda (aproximadamente unos 3000 años antes de nuestra era, presumiblemente en Asia Anterior) que revolucionó el transporte y contribuyó al desarrollo de la civilización urbana. En Europa el uso de la rueda se remonta a unos 1500 años antes de nuestra era. Con el empleo de la rueda y la tracción animal el hombre da el primer paso en la búsqueda de liberarse del trabajo físico pesado.


Para simplificar sus tareas, apeló a dispositivos (máquinas) más complejos, que transmiten o transforman el movimiento, por ejemplo el torno de alfarero o la rueca, que utilizan los movimientos del pie y de las manos. El torno de alfarero, que probablemente haya nacido en la Mesopotamia en la misma época que la rueda, consiste en un disco giratorio horizontal en cuyo centro se coloca un trozo de arcilla y permite que una persona produzca en pocos minutos una vasija que exigiría mucho más tiempo y trabajo hecha manualmente. El torno de alfarero hizo de la alfarería una industria mecanizada y especializada, posiblemente la primera en la historia de la humanidad.

Se van forjando así grandes civilizaciones, la Mesopotamia, Egipto, India y China fueron centros de civilizaciones superiores en las que la técnica se fue desarrollando, logrando en algunos campos grandes progresos, la metalurgia es uno de ellos (los objetos de hierro aparecen aproximadamente unos 4000 a 3000 años antes de nuestra era), otros campos en los que hubo grandes desarrollos fueron la arquitectura y el tejido. Sin embargo, tenemos que llegar a la civilización griega para poder hablar de un verdadero sistema técnico.

El llamado “milagro griego” que comenzó a gestarse en el siglo VI antes de nuestra era y que se caracterizó por un gran desarrollo en el campo del pensamiento, abarcó también el de la técnica, y se llegó a plantear un verdadero sistema técnico, pese a eso no se puede hablar de un progreso global en ese campo. El ingenio puesto de manifiesto por los griegos en las construcciones civiles, en el campo de los armamentos, en dispositivos técnicos para el placer o la curiosidad, etc., no estuvo aplicado a la transformación de las condiciones de existencia cotidiana. Puede decirse que no les preocupó demasiado la transformación sistemática del trabajo humano y sus inventos técnicos no tuvieron ese objetivo; posiblemente no estaban dadas las condiciones para una mutación técnica. Se piensa que hubo un rechazo, por parte de los intelectuales, hacia un cierto mundo material, hacia lo que podemos llamar fines utilitarios de la técnica y un desprecio por todo lo que fuera trabajo manual, actividad reservada a los esclavos. Recordemos que tanto Platón como Aristóteles proponían que en sus ciudades ideales ningún trabajador manual pudiera ser ciudadano.

La actividad artesanal o manual no era honrosa y deformaba tanto el alma como el cuerpo. Es importante destacar que en esa época se asiste al surgimiento de la noción de ciencia, pero fundamentalmente de ciencia pura, pues los griegos valorizaban sobre todo el pensamiento puro y la contemplación, y como consecuencia no aplicaron plenamente sus grandes descubrimientos a la actividad material. No podemos decir que en la civilización griega, ni aun en su edad de oro, haya habido una real vinculación entre la ciencia y la técnica, hay que llegar a la época de la escuela de Alejandría para que aparezcan personajes como Ctesibio (aprox. 270 a.C.), Arquímedes (287-212 a.C.) o Herón de Alejandría (aprox. 150 a.C.), hombres de ciencia y además hábiles constructores de artefactos técnicos.

Arquímedes escribió varios tratados de física (De los cuerpos flotantes; Sobre el equilibrio de los planos; etc.); sin embargo, ningún escrito nos ha llegado sobre sus inventos técnicos, que parece fueron numerosos, posiblemente porque no los escribió pensando que sus ingenios no eran dignos de un sabio, o porque se perdieron en la noche de la historia.

Refiriéndose a los inventores alejandrinos Giedion dice: “La idea de poner sus grandes talentos de inventiva al servicio de la producción fue ajena a su visión.

La civilización griega llegó a su ocaso y como una continuidad histórica surgió la civilización romana. Los romanos se caracterizaron por sus grandes realizaciones técnicas y su racional capacidad de planificación en prácticamente todos los campos, pero la ciencia pura que habían desarrollado los griegos no atrajo su interés. No tuvieron grandes matemáticos, pero dentro del campo de la técnica fueron capaces de realizar admirables obras públicas de ingeniería: carreteras, puertos, acueductos, baños, teatros, etc., y además efectuaron una gran contribución a la civilización con la creación de un cuerpo jurídico, el llamado Derecho Romano. Los romanos también consideraron al trabajo manual como signo o causa de degradación o de deformación. El trabajo era una actividad propia de los esclavos, los que en muchos casos eran la fuente principal de energía en los trabajos pesados.

Con el cristianismo cambió esta concepción esclavista del trabajo pero se lo siguió presentando como un mal, un mal necesario que recuerda al hombre la maldición divina: Ganarás el pan con el sudor de tu frente (Antiguo Testamento). Esta concepción va cambiando en la Edad Media, muchas veces sobre la base de algunos elementos del Nuevo Testamento; por ejemplo: El que no trabaja no come (San Pablo); el trabajo va adquiriendo así, poco a poco, un sentido de redención. Pero hay que llegar a la época de la Reforma para poder hablar de una verdadera valoración del trabajo como actividad de dimensión social (La vida activa pasa a tener más significación que la vida contemplativa).

Según algunos autores la esclavitud, que fue la base de las relaciones de producción durante muchos siglos, bloqueó el progreso técnico, en la medida que al disponerse de una mano de obra servil no había necesidad de técnicas perfeccionadas para economizar el trabajo; pero según otros, “sería una solución muy simplista decir que el mundo grecorromano fracasó en su desarrollo técnico porque tenía abundancia de esclavos, y que en la Europa medieval y del Renacimiento se produjo un notable desarrollo técnico como consecuencia de la escasez de fuerza de trabajo a causa de las epidemias”, pues los factores en juego fueron ciertamente mucho más numerosos y complejos, más adelante haremos un breve comentario sobre este tema.

En el siglo IV los llamados pueblos bárbaros atraviesan las fronteras del Imperio Romano, lo invaden y se produce la caída de dicho imperio; esto trae aparejado una crisis de la civilización grecorromana en Europa y, consecuentemente, una decadencia general de las técnicas y una regresión extraordinaria de la vida civilizada; pero significó al mismo tiempo el fin de la esclavitud en esa parte del mundo. Los pueblos que Roma había civilizado descendieron a un nivel de vida muy primitivo. El desastre fue tan grande que el hombre europeo tuvo que recomenzar prácticamente de cero; fue la obra gigantesca de la Edad Media, período de la historia que va del siglo V hasta mediados del siglo XV, aproximadamente, y durante el cual hubo una intensa actividad técnica, pese a la opinión contraria ampliamente admitida hasta hace poco tiempo. En esa época se difunden en Europa el arado con reja de hierro, el telar, y los molinos de agua y de viento.

Lynn White, en su libro The Expansion of Tecnology, dice: “El lapso milenario de la Edad Media tiene el interés de que fue el período durante el cual Europa forjó la confianza en sí misma y la capacidad técnica que, después del 1500, la capacitó para invadir el resto del mundo, conquistando, saqueando, comerciando y colonizando.”

Durante ese período de la historia nace y se establece en Europa la sociedad feudal, tipo particular de organización social que caracterizó a la época. La desaparición de la esclavitud como mano de obra y fuente de energía provoca un cambio en el esquema productivo. Frente al señor feudal estaba el siervo, que si bien sufría una condición de sumisión, no era un esclavo, gozaba de ciertas libertades que lo motivaban a buscar mejorar su forma de vida y las condiciones de trabajo.

Alrededor de los castillos feudales se organizan los burgos, y con el paso de los años va surgiendo el artesanado. En el artesanado no hay división de trabajo, el artesano, trabajador manual que ejercita un oficio por su cuenta, realiza todo el proceso productivo, desde la obtención de la materia prima hasta la venta del producto final.

En cuanto al desarrollo técnico, la Edad Media se caracteriza por ser el período de gestación de las grandes transformaciones que condujeron al mundo tecnológico de hoy, pasaremos a analizar ese desarrollo, pero haciendo un recorte y enfocando fundamentalmente los aspectos vinculados al aprovechamiento de los recursos energéticos que ofrece la naturaleza –teniendo en cuenta que en esa época comienza el uso sistemático de fuentes de energía alternativas para reemplazar la humana y la de los animales– porque posiblemente ahí esté el lejano origen de la industrialización y de ese fenómeno característico del mundo actual, la mecanización, que abarca no solamente las actividades productivas sino también las de la vida cotidiana, hoy la mecanización ha llegado al hogar.

Dejaremos de lado otros aspectos también importantes, pero desde otra óptica, como por ejemplo el desarrollo de la agricultura, el herrado de los caballos, el uso de los estribos, etc.


Ese gran cambio técnico, el uso de nuevas formas de energía (el aprovechamiento de los recursos energéticos que ofrece la naturaleza), abrió el camino de un cambio substancial en la forma de vida.

Es interesante destacar que los cambios técnico-tecnológicos, si bien están condicionados por factores económicos y sociales, pueden y suelen ser detonantes de grandes transformaciones socioculturales.

“Hasta esa época, salvo casos particulares, las fuentes principales de energía eran: el trabajo humano (en general el de los esclavos) y el de los animales (en muchos casos, mal aprovechado). La Edad Media, marca un cambio de rumbo en este campo y en Europa comienza el aprovechamiento amplio y sistemático de otras formas de energía; primero, la hidráulica y luego la eólica. El desarrollo de la Europa medieval está íntimamente vinculado a estas fuentes de energía; se puede plantear que:

La sociedad medieval marca el comienzo del reemplazo sistemático del trabajo del hombre por el trabajo de las máquinas.

Analizaremos este hecho, pero no las causas que lo motivaron que merecen un estudio en profundidad; simplemente a título de comentario mencionaremos algunas: por ejemplo hay quienes plantean que la causa principal fue la falta de mano de obra, posiblemente por la desaparición de la esclavitud o como consecuencia de las pestes, otros sin embargo consideran insuficiente este argumento y hablan más bien de un cambio de mentalidad frente a un cambio de estructura y a una nueva realidad, habría que tener en cuenta, por ejemplo, una actitud mental (la aceptación de fuerzas inviolables a las que el hombre debía someterse y que le impedían pretender dominar las fuerzas de la naturaleza; recordemos que se consideraba ofensa sagrada todo intento de afectar el orden de la naturaleza), o el ideal del conocimiento desinteresado, característico de los griegos, o la falta de conocimientos técnicos suficientes, etc.

El tema es complejo y su estudio escapa del marco de este trabajo, nosotros nos remitiremos al hecho en sí (la utilización de los molinos de agua y de viento) y sus consecuencias. Si bien la rueda hidráulica (molino de agua) había aparecido en el Cercano Oriente un siglo antes de Cristo (Vitruvio hace una descripción detallada de un molino hidráulico allá por el año 16 antes de nuestra era) y el molino de viento en Persia, probablemente en el siglo IX o X, la antigüedad clásica hizo un uso limitado de los mismos.

Hay que esperar hasta el medioevo para que los molinos (tanto de agua como de viento) entren a formar parte integrante de la estructura productiva. Los molinos de agua se conocían en Europa ya en la época de los romanos, pero su uso no estaba muy generalizado y prácticamente se reducía a la molienda de granos. En un principio eran de eje vertical y requerían cursos de agua rápidos y grandes desniveles, por lo que se usaron sobre todo en zonas montañosas, se pueden considerar los precursores de las turbinas hidráulicas, los de eje horizontal (ruedas hidráulicas) parecen ser posteriores y su uso se generalizó en el medioevo, primero en la molienda del trigo y luego en otras actividades entre las que podemos mencionar el abatanado de la lana (proceso consistente en golpear la tela en agua para encogerla y compactarla y aumentar así su resistencia). En el siglo XIII y XIV se los utilizó también para accionar fuelles y martinetes de forja, para mover sierras, etc. y más adelante, a partir del siglo XV en el accionamiento de bombas para el drenado de minas, de máquinas de trefilar, etc. y como fuente de energía en las industrias textil y papelera. Cabe destacar que en el mundo musulmán el uso de los molinos de agua estaba casi exclusivamente restringido a la irrigación.

En el siglo XII aparece en Europa otra fuente de energía, los molinos de viento, según la tradición la idea fue traída por los cruzados. Inicialmente el molino de viento, en su versión europea, estaba montado sobre un sólido poste de madera que permitía que el molino (llamado molino de poste) pudiera ser girado para orientarlo cara al viento; esto limitaba el tamaño de los mismos. Para subsanar este problema se apeló a lo que se llamó molino de torre en el que el edificio y la maquinaria están inmóviles y gira solamente la parte de arriba, solidaria con las aspas, para poder orientarlas cara al viento. Esta modificación permitió la construcción de unidades más grandes. Una innovación posterior la «cola de viento», inventada por Edmund Lee en 1745, posibilitó la construcción de molinos de viento que pueden mantener sus aspas automáticamente cara al viento; éste es, probablemente, uno de los primeros ejemplos de control automático en el campo de la mecánica.

Los hombres de la Edad Media y del Renacimiento construyeron molinos de agua y de viento donde pudieron, lo que les permitió disponer de energía para incrementar el proceso productivo; esto no sucedió en otras partes del mundo.

Estos molinos fueron la primera fuente de energía basada en las fuerzas de la naturaleza y para su época representaron lo que hoy puede ser el carbón, el petróleo o el uranio, pero la diferencia substancial es que la energía del viento o del agua debía ser utilizada in situ lo que imponía límites a la localización de las actividades productivas en función de la geografía y del clima. La difusión de los molinos en Europa marcó el comienzo de la ruptura con el mundo tradicional y un lejano preanuncio de la Revolución Industrial.

A estas dos fuentes de energía, la hidráulica y la eólica, tenemos que agregarle una tercera, la del caballo, que ha desempeñado un papel importantísimo hasta principios de este siglo. El real aprovechamiento del caballo como animal de tiro comienza en Europa aproximadamente en la segunda mitad del siglo X como consecuencia de un cambio radical en el enjaezamiento de los mismos, hasta entonces se usaba el arnés de yugo, concebido para los bueyes y que se acomodaba muy bien a éstos, pero no a los caballos pese a una modificación consistente en una banda fijada al yugo y que rodeaba el vientre y el cuello de la bestia. Cuando el caballo se esforzaba por tirar para adelante esta banda tendía a asfixiarlo y a impedirle la libre circulación de la sangre.



El arnés moderno, cuyo uso en Europa podemos remontarlo al siglo XII, consiste en una collera rígida y almohadillada que se apoya en los huesos del animal permitiéndole la libre respiración y circulación de la sangre. Esta collera se une a la carga por medio de tiros laterales o por medio de varas y le permite al caballo ejercer toda su fuerza de tracción. A título informativo comentamos que la potencia que puede desarrollar un caballo es equivalente a unos 700 vatios, pero con los antiguos arneses no superaba los 200 a 300; en cuanto a la que puede desarrollar un hombre es equivalente a unos 100 vatios y durante breves períodos posiblemente el doble.

Estas tres fuentes de energía, la hidráulica, la eólica y la animal (el caballo) fueron la base del’ desarrollo técnico y económico del medioevo. Como hemos dicho, el medioevo marca el comienzo de la mecanización en el mundo pues si bien la antigüedad conoció las máquinas no las utilizó sistemáticamente para simplificar el trabajo humano e hizo un uso restringido de las mismas.

Durante este período la mecanización se centró más en la producción de fuerza motriz, es decir en reemplazar el esfuerzo muscular del hombre, que en reemplazar el trabajo manual especializado. Hoy la mecanización se ha generalizado y no sólo está presente en las actividades productivas, sino que condiciona prácticamente toda nuestra vida cotidiana.

El proceso de mecanización de las actividades productivas promovió una importante evolución de la técnica, por ejemplo: el desarrollo de las ruedas y molinos hidráulicos y eólicos trajo aparejado el desarrollo de muchísimos mecanismos conexos (ruedas dentadas, bielas, etc.). Es interesante destacar que este proceso de mecanización fue un fenómeno típicamente europeo que no se dio en otras partes del globo.

Como ejemplo podemos mencionar el caso del papel que aparece en China en el año 100 y recién llega a Europa a través de los árabes en el siglo XII o XIII, durante más de mil años los chinos lo fabricaron manualmente, mientras que desde su introducción en Europa se lo fabricó mecánicamente.

Recordemos que en esa época tanto en China como en los países árabes existía un nivel técnico comparable y en muchos casos superior al de Europa, pero la evolución de la técnica y de la mecanización en los países de este continente hace que todo comience a cabeza del mundo.

Refiriéndose a la técnica de los chinos Gimpel comenta que “sus grandes inventos no desempeñaron jamás un papel determinante en la evolución histórica del país.”

La actividad técnica durante la Edad Media fue intensa, muchos de los inventos que tuvieron lugar durante ese período sentaron las bases del mundo moderno, por ejemplo, el reloj mecánico, la máquina más compleja de la época y elemento clave del proceso de industrialización, hizo su aparición en el siglo XIII.

La invención del reloj mecánico marca una importante ruptura con el mundo natural, a partir de entonces ya no será más la salida del sol o el canto del gallo el que señalará el comienzo del día, sino el reloj, que además condicionará el ritmo de todas las actividades cotidianas. Podemos mencionar también el uso de la brújula (invento chino que los europeos conocieron por intermedio de los árabes) y de la pólvora (invento también probablemente chino, pero que normalmente éstos no lo utilizaron con fines bélicos.

Todos estos hechos preludiaron grandes cambios en la estructura económica y sociocultural de la época; el reloj, máquina precursora del mundo actual, planteó una nueva concepción mecánica del tiempo y fue sincronizando las acciones humanas imponiéndoles un ritmo (el ritmo de la máquina) que posibilitó más tarde el surgimiento del mundo industrial moderno; la brújula abrió el camino a la expansión de la navegación marítima; el uso de la pólvora y de las armas de fuego marcó el comienzo del fin de la estructura feudal (los castillos feudales, baluartes hasta entonces muchas veces casi inexpugnables dejaron de serlo frente a las bocas de fuego).

Son también de origen medieval la rueca, el timón de codaste, las tuercas y las llaves para tuerca, el movimiento pedal-manivela, así como la aplicación del árbol de levas en el trabajo mecanizado (accionamiento de martinetes de forja, etc.).

Con justa razón puede hablarse de una revolución técnica en el medioevo, resultado de un desarrollo técnico y de una cultura técnica que es consecuencia de la presencia de la máquina en la vida cotidiana, pero no como caja negra, como caja cerrada, sino como algo abierto a la vista de todos, entendible por todos. Los molinos, por ejemplo, eran sin lugar a dudas lugares públicos donde cada uno venía a moler su grano, y allí la máquina mostraba sus entrañas: los ejes, los engranajes, las piezas funcionales.

El desarrollo técnico de la Edad Media generó una cultura técnica que influyó en la evolución de la sociedad europea y contribuyó de manera decisiva al nacimiento del mundo actual; fue un factor importante en el surgimiento del Renacimiento y una pieza clave de la Revolución Industrial, partida de nacimiento de la sociedad industrial.

Los logros técnicos del medioevo hacen que el hombre europeo comience a tomar conciencia de su capacidad para utilizar y hasta dominar las fuerzas de la naturaleza –lo que le acrecienta la confianza en sí mismo – y, mentalmente, empieza a superar una sensación de sujeción, de subordinación, de obediencia y de respeto, frente al mundo natural en el que está inmerso, y a sentirse dueño de sí y del mundo.

Esto amplía el alcance de sus posibilidades y comienza a perder la noción de límite, tanto en sus aspiraciones como en la utilización de los recursos de la naturaleza (fundamentalmente en lo referente a los no renovables) y a entrever la posibilidad de ser el constructor de un nuevo mundo, un mundo artificial hecho a su medida. En pocos siglos el hombre logró materializar en parte sus utopías y construir ese mundo artificial en el que vivimos, un mundo tecnológico cuya gestación comenzó en el medioevo con la introducción sistemática de la máquina en la estructura social; un mundo con grandes ventajas, pero también con sus problemas, contaminación, degradación del medio ambiente, uso indiscriminado de los recursos no renovables, etc.


Como consecuencia de los logros técnicos y de cambios socioculturales nace un Hombre Nuevo –con mayúsculas– que comienza a considerarse dueño de sí y del mundo, y que va a ser el centro referencial de todo.

Este Hombre Nuevo está ya presente en todas las manifestaciones de ese fenómeno monumental de la humanidad que se llamó Renacimiento, período de gran-des cambios en el campo de las artes, de la ciencias, de las técnicas, del comercio y de la vida social en general y que abarca los siglos XV y XVI.

Podemos detectarlo en el campo de la pintura, en donde se comienzan a pintar personajes de la vida real, hombres de carne y hueso y no solamente escenas y personajes religiosos, o en el de la literatura donde Petrarca, por ejemplo, coloca en el centro del mundo no ya a Dios sino al hombre, o en Dante que, asumiendo un papel de autoridad divina se arroga el derecho de juzgar a sus contemporáneos.

La arquitectura muestra otro ejemplo, no se construye más con el espíritu de las catedrales góticas, apoteosis de Dios, himno a Dios, lugares de culto, de recogimiento o de reuniones públicas en el que Dios está omnipresente, sino que el paradigma es San Pedro (en Roma) que es un himno al hombre, evidentemente dentro de un marco místico, pero apoteosis del hombre; su misma luminosidad es un himno a la vida y no al más allá.

La concepción teocéntrica de la vida comienza a convertirse en antropocéntrica. Podemos decir que se asiste a la recuperación del antropomorfismo greco-latino.

En el campo de la cultura, un invento técnico, la imprenta de caracteres móviles (1440), provocó la expansión del conocimiento y como consecuencia grandes transformaciones en la estructura social. Como corolario el hombre se libera de ataduras dogmáticas y científicamente comienza a cuestionar planteos teológicos.

Durante este período (siglos XIV, XV y XVI) se asiste al ocaso de la sociedad feudal y al nacimiento de los Estados Nacionales; al surgimiento de una clase intermedia entre la nobleza y los siervos, la burguesía, que va a desempeñar un papel clave en el posterior desarrollo socioeconómico de la sociedad; a la expansión del comercio; al descubrimiento de América; a la expansión ultramarina de Europa. La rápida expansión ultramarina de Europa fue posible merced al galeón artillado, creado y perfeccionado por la Europa atlántica a lo largo de los siglos XV, XVI y XVII, este barco, poderoso en su época, permitió que los portugueses, los españoles, los holandeses y los ingleses impusieran el predominio Europeo en el mundo. Con el galeón Europa se adueñó de la alta mar, se expandió en África, conquistó América, destruyó el comercio marítimo musulmán en el Océano Indico monopolizando el comercio con el Lejano Oriente, y sentó las bases de su dominio económico en el mundo.

La supremacía adquirida por Europa en el terreno técnico fue la carta maestra que le permitió llevar a cabo su expansión económica, política y finalmente cultural.

El descubrimiento del nuevo mundo, la invención de la imprenta, el perfeccionamiento de las armas de fuego y el desarrollo de las construcciones navales y de la navegación originaron grandes cambios culturales que posibilitaron lo que podríamos llamar una revolución científica, asociada con ésta, encontramos nombres como Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Bacon, Descartes y muchos más.
Con Galileo Galilei (1564-1642) se asiste al nacimiento de la ciencia basada en el método experimental, aquí la influencia de la técnica fue fundamental, las herramientas que proporcionó (el reloj, el telescopio, los elementos de medición, etc.) fueron factores determinantes que permitieron la ampliación del campo de la observación y de la experimentación, y por ende el surgimiento de la ciencia moderna, que nació vinculada a la técnica.

Donde primero se manifestó la revolución científica fue en el campo de la física y en particular de la mecánica, aquí los progresos fueron tan espectaculares que filósofos de la época llegaron a plantear una concepción mecanicista del universo, considerándolo como una gran maquinaria de relojería con Dios como “Gran Relojero”.

Esta concepción mecanicista, actualmente desplazada por una concepción termodinámica, marcó el desarrollo de la civilización europea. Al finalizar este período, es decir en el siglo XVII y más precisamente en el siglo XVIII se produce un cambio en el esquema productivo, el surgimiento de la manufactura; en la manufactura a diferencia del artesanado, el objeto es producido por un grupo de personas cada una de las cuales efectúa una operación determinada, la producción se basa en la división organizada del trabajo, aquí se segmentan las actividades productivas en forma tal que un determinado número de personas, trabajando en un mismo lugar, realizan articuladamente las tareas que antes realizaba una sola persona (el artesano), lo que conduce a un incremento de la productividad del trabajo.

Como consecuencia de este cambio, surge una nueva relación económica y una nueva categoría social: el asalariado. Más tarde se introducen las máquinas en el proceso productivo y con ellas comienza una nueva etapa, la producción industrial, que se caracteriza por la desaparición de las habilidades artesanales y la aparición de nuevas actividades vinculadas a la mecanización. Estos cambios están vinculados a lo que más adelante se llamará la Revolución Industrial, cuya consecuencia más inmediata fue el enorme aumento de la capacidad productiva. A partir de entonces el hombre no se dedica más a producir simplemente Io necesario para la supervivencia; las necesidades y los deseos se multiplican pero, al mismo tiempo, se multiplican los medios para satisfacerlos.

En el proceso de producción todo cambió en relativamente pocos años (en comparación con la historia de la humanidad), de la artesanía se pasó a la manufactura y finalmente a la producción industrial, la máquina fue substituyendo progresivamente gran parte del trabajo manual del hombre.